Por: Diana Armas www.dianaarmas.com Este cuento es el arrebato del que pretendo hablar. Empieza por la cocina (o cualquier lugar de la casa), en un momento vacío, a la deriva, sin saber qué sigue después… me quedo viendo a la nada directamente a los ojos y ese rato se me ocurren varias ideas para dejar de hacerlo, para anular la nada (que por cierto es muy hermosa, pero demasiado para esta humilde servidora del arte).
Empieza a brotar un deseo cálido de creación, de dejarse ir en el placer de sacar por el cuerpo lo que manda el alma, sacar el alma entonces podría ser el significado de arte para mí. Sacarlo de cualquier forma, esta vez decido escribir mi arrebato, pero por lo general me entran unas ganas locas de pintar, sobre cualquier cosa, con lo que se pueda e irremediablemente caigo en los brazos del arte hasta que, al fin, llega el momento Zen (que no está sometido al tiempo ni al espacio), está ahí como flotando, meditando, al fin fuera de la mente y siendo uno con todo, siendo parte de lo que sucede. Entonces estoy realmente ahí, siendo médium del cosmos y la belleza, siendo la nada de la que huía, fuera de mi mente y de la realidad, haciendo real lo intangible. En ese momento es donde más me gusta estar, porque me siento fluir naturalmente. Soy testigo del acto mágico que es ver cómo aparecen los seres del más allá y se transforman en imagen, en materia, ver cómo la realidad se impregna de alma y todo cambia. Podría decir que para mí ese momento (que puede durar minutos u horas) es la felicidad; perfecto, completo, divertido y serio a la vez, como una bola de cristal surfeando la vida. Y por esto entre otras maravillas de ser creador, es que les doy tanta importancia a mis arrebatos, y les doy rienda suelta cada vez que puedo, no cuando tengo tiempo, sino que me doy el tiempo. Aparte, mi punto de vista es único, como el de todos, es como si cada uno de nosotros en sí ya fuera una obra de arte, que cuando se expresa va sacando la riqueza que lleva dentro, su oro que se comparte con los demás, que ilumina lugares, ojos, corazones, mentes, momentos, etcétera. El arte es magia pura y real. Mi arrebato es una pasión, un amor inmenso con la vida, con el alma y con todo lo que nos rodea. Y así vivo, paso el tiempo concluyendo quehaceres y cosas pendientes para poder volver a acurrucarme en mis arrebatos. Con Amor Diana Armas 22/07/2016
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